Desde el área de Politicas Públicas de la fundación presentamos una nuevo informe de coyuntura con tres artículos opinando sobre la coyuntura económica tucumana,  la inflación y sobre la boleta única electoral para cuidar la salud en las próximas elecciones.

A fines de 2019 comenzó una pandemia que impactó en la vida de todo el planeta generando una catástrofe sanitaria. En marzo del 2020, nuestro país instauró una larga cuarentena con la supuesta intención de cuidar la salud de los ciudadanos. La actividad económica de la provincia de Tucumán muestra indicadores dispares para los primeros meses de 2021. Mientras que la mayoría de los indicadores suben respecto a 2020, mostrando una recuperación respecto al piso de la pandemia, no pasa lo mismo comparando con 2019. Los niveles de empleo registrado no logran recuperar los niveles de 2020 y el desempleo alcanza las tasas mas altas del país. El consumo de bienes durables y no durables tampoco logra recuperarse para alcanzar los niveles de 2019. Una cuota de optimismo se da en el consumo de cemento y la demanda de energía eléctrica del sector productivo, que aumentaron para recuperar niveles de 2019.
Con respecto a la evolución de la inflación, empezamos analizando que la institución responsable de mantener el valor del peso argentino es el Banco Central de la República Argentina (BCRA), que tiene como objetivo mantener el valor de la moneda, pero con el tiempo el BCRA fue perdiendo su independencia. La inflación puede entenderse como el síntoma de una enfermedad llamada déficit fiscal. Mientras el gobierno nacional siga gastando por arriba de lo que la sociedad puede aportar, los tucumanos y los argentinos seguiremos inmersos en altos índices de pobreza y salarios que no llegan al mínimo. Esto impacta en la vida provincial con el sueldo promedio de un ciudadano tucumano rondando los $29.200, valor muy cercano a un Salario Mínimo Vital y Móvil, siendo el Noroeste la región con los sueldos más bajos de todo el país
Por último, analizamos la boleta única, un esquema de votación probado en gran parte del mundo, quedando sólo unos cuantos países democráticos sin la aplicación de este mecanismo electoral. A nivel mundial lleva casi dos siglos instalado desde que Australia lo implementó en 1856. Los beneficios de la boleta única son aún mayores en momentos de pandemia, tanto por el cuidado sanitario como por requerir menores gastos en el proceso electoral. Menos papeles, menos fiscales y la posibilidad de votar al aire libre son puntos favorables para disminuir las posibilidades de contagio.