El miércoles 31 de marzo, los reconocidos politólogos, Michael Penfold y Sergio Berensztein, se reunieron en un conversatorio donde realizaron una comparación histórica sobre las trayectorias de Argentina y Venezuela, para observar sus similitudes y diferencias. La jornada contó con el auspicio de la fundación Friedrich Naumann.

La charla comenzó con una presentación de José Guillermo Godoy, presidente de la Fundación Federalismo y Libertad, quien fue el moderador de la conversación, además de contar con unas palabras de apertura por parte de Juan Manuel Agüero, coordinador en Argentina de la Fundación Friedrich Naumann.

Michael Penfold planteó las similitudes entre el Peronismo y el Chavismo, particularmente, cómo se desenvolvieron estos procesos en Argentina y Venezuela. Ambos se caracterizan por su política clientelar, el control estatal en la economía, pero algunas divergencias se marcan en que el Peronismo estuvo fuera del poder, mientras que el Chavismo nunca lo perdió, y tampoco se dispuso a competir electoralmente, más bien, si lo hizo, fue de forma fraudulenta. Otro elemento es que el PSUV venezolano es una extensión del Ejecutivo, mientras que en el caso peronista se destaca el federalismo, como ocurre con las provincias. Actualmente, lo ocurrido en Venezuela devino en un proyecto autoritario sin ninguna división de poderes.

Sergio Berensztein destacó que, en Argentina, suele repetirse la frase: “vamos camino a Venezuela”. Al politólogo argentino le parece una comparación inadecuada ya que, si bien en el país hay una baja calidad democrática, no hay un liderazgo como el de Hugo Chávez, ya que el Peronismo puede ser fluctuante en su cúpula, dejando de lado su apoyo de base. “El Kirchnerismo intentó un proyecto de chavización desde el 2012 al 2015”, destacó Berensztein, cuando fue designado César Milani en los Servicios de Inteligencia, pero éste terminó preso, demostrando una marca de calidad institucional. Por otra parte, coincidiendo con Penfold, el analista argentino remarcó la importancia del sistema partidario argentino, que en varias ocasiones hizo competir al Kirchnerismo y esta agrupación terminó derrotada.

Plenfold destacó que el petróleo no agota la explicación del Chavismo, sino una alianza entre el presidente, el partido y los militares, permitiéndole sobrevivir crisis económicas o políticas, como ocurre, actualmente, con Nicolás Maduro. “La radicalización es un instrumento electoral que tiene réditos políticos”, afirmó el investigador venezolano. Esto fue un proceso que se dio en el tiempo con el único fin de aumentar el capital político. Como una manera de señalar alertas sobre cambios negativos en la política de un país, Michael Penfold destacó los intentos de modificaciones constitucionales, y la independencia del Poder Judicial.

José Guillermo Godoy, retomando algunas preguntas del público, preguntó cómo se construye al “pueblo” para estos regímenes. Sergio Berensztein remarcó que esta construcción no le resulta suficiente al Kirchnerismo para ganar electoralmente, y lo mismo ocurre con otros fenómenos populistas, como en Bolivia o Ecuador. Cristina Kirchner no podría tener poder, según Berensztein, sin redes clientelares, y no se reduce bajo un “pueblo”. Michael Penfold destacó que se construyó un “pueblo chavista” bajo la expansión del gasto y el desmontaje de los controles fiscales del Estado, aumentando el control clientelar. 

Por otra parte, Penfold afirmó que Venezuela comenzó a ser “intratable” y, por esa razón, es necesario construir una nueva oposición con apoyo internacional: de no ser así, el país será una nueva Cuba. Los grupos opositores deben aceptar sus restricciones, dejar de lado sus divisiones y unirse para derrotar al Chavismo.

De este conversatorio se pueden extraer lecciones fundamentales para evitar el totalitarismo en América Latina, uno de los pilares de la fundación, comprometida con los valores democráticos.