Por Bernardo Congote

El pasado 22 no sólo ganó Macri. Ganaron el equipo de “Cambiemos” y la República como posibilidad política. Y no sólo perdió Cristina Kirchner. Con ella perdieron también la violencia como forma política; el peronismo caudillista; la pobreza como trampa electorera; el populismo como disfraz de la demagogia, los Duda Mendoza como asesores de la mentira y la Iglesia Católica como beneficiaria agazapada de todos los anteriores.

Los argentinos acaban de renovar Senado y Cámara en una elección intermedia que puede resultar definitiva sólo para Argentina sino también para Latinoamérica. Porque, como bien lo proclama allá su periodismo de postín, cuando hace 2 años fue elegido presidente, Mauricio Macri ganó el gobierno, pero ahora acaba de ganar el poder.

Horas antes de la elección todo tipo de fantasmas asustaban en Argentina. El recuerdo de varias décadas de un populismo que, mediando el siglo XX, regaló las riquezas obtenidas durante un fecundo fin del siglo XIX. El fantasma de un kirchnerismo denunciado como el más corrupto desde Raúl Alfonsín en 1983. También asustaba la violencia como forma matriz de la política. Las guerrillas, las asonadas urbanas, los bloqueos, las amenazas de muerte y asesinatos contra jueces, ejecutivos y legisladores se inflaron con la manipulada “desaparición forzosa” del “patotero” Santiago Maldonado quien, a la postre, terminó muerto por otras razones en averiguación.

Durante los dos años anteriores esta suma de fantasmas tan comunes a Latinoamérica, se paseó tras bambalinas en la Casa Rosada bonaerense. También amenazó los actos renovadores de “Cambiemos” en la Provincia de Buenos Aires donde María Eugenia Vidal, la Evita recargada del siglo XXI, se ha batido cuerpo a cuerpo, calle por calle, con las mafias de la policía, los jueces y el narcotráfico. Este último, no gratuitamente asociado a las mafias colombianas inoculadas allá por los herederos de Escobar y los Rodríguez.

Y también, se decía, leía y veía que, por doquiera, que desde El Vaticano el inefable Francisco movía los hilos del cardenalato halando hacia Cristina mientras deshilaba el intento progresista de “Cambiemos”. A Roma viajaron todos los delincuentes que también allá se hacen llamar “perseguidos políticos”. Francisco recibió allí acusados de corrupción y latrocinios diversos, todos arropados bajo el manto de la protección a la pobreza que alimenta al curato por todas estas tierras conquistadas a punta de espada y cruz por España.

Estos fantasmas prometen haber sido derrotados en Argentina. Y podrían verse derrotados también en Colombia en 2018. Macri representa para América Latina lo que Macron en Francia, Kurz en Austria o Trudeau en Canadá. Papel que ejercería con suficiencia Fajardo en Colombia. Sólo que aquí también la lucha política no es contra los hechos sino contra las mentiras. No es contra la promoción de la riqueza sino contra la perpetuación de la pobreza. No es a favor de la paz sino contra la guerra como camino. No es por un presente prometedor sino por un ayer aniquilador. Eros contra Thánatos.

*Profesor de Tiempo Completo, Universidad Antonio Nariño.