*Por Daniel Ruiz Tovar

La vida del venezolano ha estado en constante cambio desde hace décadas, pareciera que esta es una constante en todos los países del mundo, de hecho, es parte de la naturaleza humana, de la naturaleza social y también de la naturaleza política que las sociedades evolucionen, cambien, se modifiquen, se moldeen a nuevas realidades buscando siempre una mejor alternativa o una forma de adaptarse a las necesidades y a las circunstancias que presenta el entorno, sin embargo, en el caso de Venezuela los cambios son cada vez más drásticos y profundos, tan es así que podemos ver como día a día se modifican políticas, planes, mecanismos y hasta leyes, sin que esto signifique un gran impacto en las personas, que aparentemente ya están acostumbradas a una metamorfosis cotidiana.

Sobre la base de lo expuesto anteriormente se podría creer que los frecuentes cambios en el país servirían de ascensor que nos eleven a la cresta de lo que el venezolano considera es una de sus mayores virtudes: “poder adaptarse a cualquier circunstancia y afrontar cualquier adversidad”, de hecho, no creo que el imaginario colectivo del venezolano este errado, de alguna manera Venezuela y los venezolanos han demostrado en múltiples ocasiones la capacidad de levantarse ante las adversidades, desde la época de la independencia hasta nuestros días.

No obstante, el cambio frecuente, la modificación del quehacer día a día, las alteraciones sociales traen consecuencias que aún no podríamos enumerar, pues resultaría impreciso y tal vez efímero hacerlo ahora, sobre ello el filósofo y sociólogo Polaco Zygmunt Bauman (1925–2017) comentó en diferentes escenarios sobre la modernidad liquida, que fue definida como  una figura de cambio y de la transitoriedad: “los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen” Bauman, Zygmunt (2004)

Las consecuencias de la liquidez son imposible de vislumbrar, en el caso Venezolano es aún más delicado, la liquidez es más volátil, y aunque se han podido ver algunos intentos, desde perspectivas académicas, electorales e incluso en manifestaciones en la calle para reducir la volatilidad, la incertidumbre lleva el control de la sociedad.

Vale destacar que, entre las áreas delicadas de los venezolanos con relación a la incertidumbre, una de las que más ha sido trastocada ha sido la económica, para nadie es un secreto que la escalada inflación que se ha vivido en el país suramericano ha tenido consecuencias devastadoras, la mono-producción petrolera aunada a la tendencia a la baja del mercado petrolero, combinado con políticas macroeconómicas que no generan seguridad en la población ni en los mercados han tenido como consecuencia una inestabilidad socio-económica con grandes contenidos de desigualdad social.

Al final de todo esto, vale preguntarnos: ¿Cómo se ha visto afectada la participación política en Venezuela frente a tanta incertidumbre?

Realmente, quienes hemos podido conversar con la gente en las calles podemos palpar que existe una apatía en quererse involucrar en asuntos políticos, esto no quiere decir que no exista tal interés, hace algunos meses Venezuela era uno de los países con mayor participación política en la región y en el mundo, sin embargo, la liquidez del momento, la incertidumbre en el entorno, la inseguridad del mañana ha hecho que las personas se dediquen a su día a día, a buscar las soluciones a sus problemas familiares, a limitar sus fronteras de incidencia a un espectro geográfico menor, a no creerse capaz de incidir a gran escala o peor aún, a no tener fuerza, condiciones, tiempo, recursos para hacerlo.

La incertidumbre ha sido un arma de doble filo, ha hecho creer al venezolano que puede contra la adversidad, ha logrado “reinventar” nuevas formas de hacer las cosas, pero también le ha restado tiempo y espacio a lo público, a la política, a pensar en sociedad.

Aun no conocemos cuáles serán las consecuencias reales y totales de esta sociedad tan liquida, pero sí podemos asegurar que aunque la volatilidad y la capacidad de adaptarse no es mala per se, podría conllevar a un espiral de incertidumbre del que sería mucho más complejo salir.

Finalmente considero necesario resaltar la importancia de la participación política, ésta lleva intrínseca muchos  elementos que la definen, sin embargo, entre los más importantes se encuentran el impulso de la gobernabilidad y gobernanza que genere legitimidad en los planes a ejecutar, el ciudadano por medio de sus actos y su participación política tiene la capacidad potencial de indicarle a los que toman decisiones cuáles son sus necesidades, pueden indicarles cuáles son sus posibles soluciones e inclusive pueden cambiar el rumbo de las decisiones que se han tomado con la finalidad de mejorar la calidad de vida de su gente.

Daniel Ruiz Tovar

Desde Barcelona Estado Anzoátegui, capital Americana de la Cultura 2018. Locutor, Estudiante de Ciencias Políticas mención Politología en la Universidad Central de Venezuela. Miembro de la Fundación Federalismo y Libertad Venezuela.

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