*Por Bernardo Congote

Resultó que Messi tampoco es Perón. Afortunadamente. Durante décadas la selección argentina ha buscado un Perón que juegue al fútbol. Y no lo ha encontrado. Afortunadamente. Primero, porque Perón no era futbolista. Y segundo, porque pretender que el fútbol, como la política, sean jugados por caudillos mientras los demás duermen, es una ficción perversa. Argentina apenas ha ganado dos campeonatos mundiales de fútbol, pero tiende a cotizarse como si fuera Brasil o Alemania.

La pretensión de que el fútbol o la política puedan permitirnos ganar gracias a uno u otro “salvador”, afecta a toda Latinoamérica. En su “Bestiario Tropical” (1986), el magistral Iriarte produjo la más descarnada fotografía de lo que somos. Desde México hasta la Patagonia hemos padecido de un secular cáncer caudillista. Bien inoculado por el virus mesiánico desde una Conquista que se nos vino doblemente armada con la Espada castellana y la Cruz vaticana.

Como llevamos siglos infectados, no sabemos todavía cuándo vomitaremos el virus ni, por tanto, cuánto nos va a costar hacerlo. Y los fracasos políticos y deportivos caudillistas seguirán siendo el precio de nuestro mesianismo cristiano. Virus alimentado por moléculas de pereza, robo, miseria, pobreza y mediocridad. Convertidas además en valores que los negociantes de sotana han calificado impunemente de “humanos”.

Mientras continuemos jugando al fútbol o a la política dirigidos por estos caudillismos, la corrupción, la evasión fiscal, la trampa jurídica, el homicidio, la abominación del trabajo, el odio al emprendimiento y al empresario, seguirán siendo señales del virus. Mientras sigamos buscando salvadores en lugar de trabajar cada uno por sí mismo y por su nación, seguiremos fracasando.

Pero la Argentina también nos está dando otras lecciones. Macri, su actual presidente, tampoco es Perón. Afortunadamente. En Argentina hoy se pagan $29 pesos por dólar cuando hace dos años se pagaban $13. O sea que cada argentino debe hoy sacar de su bolsillo 2,23 veces más pesos para comprar un dólar. A esto se le llama devaluación y, tal como la eliminación del mundial ruso, antes que “fracasos”, ambas tienden a colocar al peso y al fútbol argentinos más cerca de su real valor. Y, es con base en valores reales que se pueden construir crecimientos sostenibles, no con base en caudillismos.

Pero como el peso argentino cada día vale menos, los argentinos cada día aprecian menos a Macri sin preguntarse por la responsabilidad de cada uno en el asunto. Macri, después de luchas destructivas que por años llevaron a los argentinos hasta convertir al peso en equivalente del dólar, contra viento y marea quiere llevar a su país a que se asiente en la realidad y se pare sobre sus propios pies.

Lógicamente tanto Macri como Messi son villanos en Argentina. El uno, porque lleva meses tratando de gobernar en la construcción de la nación, no en su robo, latrocinio, violación o muerte. El otro, porque ha invertido varios años de su joven vida demostrando que, para ganar en el fútbol, se deben construir equipos como el Barcelona y no como la selección argentina (¿O Boca o River?).

Por sinrazones de este tipo, también Santos arriesga ser despedido de la presidencia colombiana por la puerta de atrás. Contra el viento y la marea mesiánica de millones de nosotros, ha logrado que Colombia se reconozca violenta; ha logrado negociar con la insurgencia; que los empresarios, se reconozcan cómplices de la guerra; los ganaderos, del despojo violento de tierras; los predicadores, del derramamiento de sangre y, todos los demás, cómplices de una pésima forma de vivir asesinando al próximo. Pero amenaza terminar su gobierno como un vulgar derrotado.

Por confrontarnos con la realidad, Santos, tal como Macri o Messi, estarían siendo condenados al ostracismo a manos de los vendedores de humo. Del mismo humo caudillista que sigue saliendo, asfixiante, desde el fondo de las iglesias. El mismo humo con el que ahora se nos pretende gobernar.

Por enseñarnos todo lo anterior ¡Gracias Argentina!

Nietzscheana. “La revolución tuvo un talón de Aquiles al portador” (Sabina. Lo niego todo): que fue liderada por los peores (Congote).

Platónica. Dios proveerá.

Platónica 2. La selección Colombia  se salvará conducida por sus propios “perones”: James y Falcao.

Bernardo Congote es profesor universitario colombiano y miembro del Consejo Internacional del Centro de Estudios Federalismo y Libertad (Argentina).