Por Ernesto Katriel Medina, miembro del Grupo Joven FyL
El organismo se ha visto envuelto por primera vez en unas elecciones llamativas y polarizadas. Creado en 1959 con el fin de estimular el crecimiento y desarrollo de América Latina, el BID ha llamado muy pocas veces la atención. Nunca en su historia, las elecciones por el cargo de presidente del organismo han estado llenas de controversias.
En sintonía con un año extraordinario cargado de eventos peculiares, el Banco Interamericano de Desarrollo, es hoy en día, epicentro de la puja constante de los distintos matices que gobiernan a lo largo y ancho del continente. El objetivo del banco es estimular la cooperación y el desarrollo de economías regionales, impulsado por préstamos flexibles y donaciones a entidades públicas y privadas. Su actual presidente, el colombiano Luis Alberto Moreno, ha estado encabezando la titularidad del organismo desde 2005 y fue reelegido dos veces. Moreno, al igual que sus antecesores, cumple un requisito tácito para su banca, es latinoamericano.
En julio de este año, la administración del presidente estadounidense Donald Trump, por primera vez en la historia, ha propuesto a un norteamericano como candidato para encargarse de la gestión del BID durante los próximos cinco años. Mauricio Claver-Carone, jurista y asesor cercano a la administración Trump en materia de seguridad y quien también ha trabajado como director para el hemisferio occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, es el hombre de la controversia. De origen cubanoestadounidense, es un ínclito critico de las dictaduras de Cuba y Venezuela. Para conseguir la presidencia, debe contar con el apoyo de la mayoría de los países miembros del BID. Además hay que tener en cuenta que está conformado por países prestarios y no prestarios. En el primer grupo se encuentran Brasil, Chile, Argentina y México entre otros miembros, mientras que en el segundo se encuentran las economías que aportan para la financiación del organismo: La Unión Europea, Canadá, Estados Unidos, China e Israel entre otros. Cada país posee cierto porcentaje de votos, por ejemplo en el caso de Estados Unidos un 30% del caudal, Brasil ostenta el 8%, Chile y Argentina un 7% o China un 0,4%.
También, históricamente, el cargo de vicepresidente de la institución es para un estadounidense. Por primera vez se puede dar un cambio de roles y lo que se presume es que el candidato a segundo del cargo sea de origen brasileño, lo que marcaría una fuerte alianza entre los presidentes Trump y Jair Bolsonaro. Por otro lado, el gobierno argentino ha decidido presentar un candidato para continuar con la línea latinoamericanista dentro de la institución. Gustavo Beliz, actual secretario de asuntos estratégicos y ex ministro de justicia argentino, fue impulsado por la Cancillería para competir por dicho rol. Debido a la crisis del coronavirus y bajo el argumento de la pandemia, las elecciones que deben realizarse este 12 de Septiembre, buscan ser pospuestas. La idea del gobierno argentino es realizarlas en marzo de 2021, porque a la vez se especula con los comicios de noviembre en los Estados Unidos. Una eventual victoria del candidato demócrata Joe Biden, reduciría las chances de nombrar a Claver-Carone como presidente del BID. Chile y la Unión Europea también se han declarado a favor de la postura argentina. Es México sin embargo quien ha dado una gran sorpresa. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien en un principio había mostrado apoyo a la posición argentina, decidió cambiar el rumbo y apoyar al candidato estadounidense, lo que acerca más las chances del gobierno de Donald Trump a una victoria. Estos días pasados llamó la atención la eventual candidatura y abandonamiento de la ex presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla. El viernes 4 de Septiembre retiró formalmente su candidatura, por lo que la carrera solo queda entre los candidatos Claver-Carone y Beliz.
Este evento solo demuestra un fenómeno que crece año tras año en el continente, lo que alguna vez la región fue en su mayoría gobernada por miembros afines del denominado “socialismo del siglo XXI”, y debido a los abusos de los poderes
políticos sobre las personas, han ganado más fuerzas partidos de centro-derecha, poniendo énfasis en las libertades individuales y la libertad económica. El BID ha conocido la realpolitik, lo que antes era un acuerdo implícito, hoy es historia pasada porque las reglas de juego han cambiado.
Los gobiernos progresistas han sucumbido ante la tentativa de perder todas las ventajas que les daba un presidente cercano a la región. Un cambio de jugador genera incertidumbre, sobre todo cuando se trata de un impulsor de acortar flexibilidades crediticias que el banco propinaba, por lo que es lógico que las dictaduras socialistas que todavía quedan vigentes, teman ante un eventual presidente que les puede llegar a poner punto final a sus financiamientos.