La expansión del COVID-19 está generando un impacto no solo en la salud de miles de personas, sino también en la estabilidad económica de muchos países. Las medidas sanitarias extremas que algunos gobiernos están tomando tendrán consecuencias irreparables en el desempeño económico e institucional de las principales economías del mundo y por tanto un efecto notorio en la economía a nivel global.

En el caso de Latinoamérica, con instituciones débiles, pobreza estructural, sistemas de salud deficientes y tendencias populistas endémicas, la llegada del COVID-19 y las respuestas diversas de los estados implicará un enorme desafío a la preservación y promoción de las libertades, la lucha contra la pobreza y el fortalecimiento del estado de derecho.

Dicho esto, el COVID-19 es una pandemia que puede ser vista simplemente como un azote o  más bien como una importante oportunidad para promover valores que contribuyan a la promoción de sociedades libres, abiertas y democráticas como responsabilidad de los gobiernos en diversos sentidos respecto al uso de los recursos, la toma de decisiones y las políticas públicas.

La situación que se atraviesa con el COVID-19 pone en evidencia que las instituciones son esenciales, tanto para dar dirección de manera profesional, eficaz y enfocada, como para la preservación de las libertades, de las economías saludables y del estado de derecho. También demuestra que la información y la formación son claves para generar hábitos tan esenciales como la responsabilidad individual y la cooperación en sociedad.

La emergencia que deriva de este potente virus ofrece, sin duda, una oportunidad para cuestionar el rol del aparato estatal en el ámbito de la salud y de la seguridad; sin embargo, permite también dar un paso más y reflexionar en torno a las propuestas que los liberales latinoamericanos ofrecemos. Por ejemplo, repensar cómo las alternativas que planteamos se ajustan a un mundo que cambia vertiginosamente y que, a su vez, nos confronta con nuevos fenómenos como las epidemias, la robotización, el medio ambiente, las mega ciudades, la migración, el envejecimiento de la población, etc.; sin embargo, próximos retos que posiblemente, a título de preservar la sanidad y la seguridad, podrán ir en desmedro de ciertas libertades.

Las diversas organizaciones que conformamos RELIAL consideramos que atravesamos una oportuna ocasión para abrir y desarrollar análisis más allá de la coyuntura del COVID-19. Este es el momento para elevar la voz y reclamar por la reducción del gasto público a la par de inversión y priorización de lo que es verdadera y esencialmente importante: salud, seguridad y administración de justicia. Ahora es cuando toca limitar al poder y no permitir que el peso de las malas decisiones de los gobernantes recaiga sobre la gente; hoy es cuando toca dar libertad al sector privado y al mercado para que diversos actores aporten con innovación y tecnología a esta encrucijada.

Una solución rápida y oportuna a la crisis mundial del coronavirus se hallará en el correcto ejercicio de las alianzas público-privadas. Para este propósito es imperioso defender la producción de bienes y servicios, y dejar de estigmatizar al que produce; por el contrario, es urgente brindarle seguridad e incentivos para que sigan de pie. Todos necesitamos que se siga produciendo riqueza, que permita costear el combate contra el virus.

No podemos aceptar el freno total del aparato productivo de nuestros países. Convocamos a que los gobiernos demuestren prudencia y cuidado respecto de lo que le toca al sector privado. No  podemos permitir que las empresas, en especial a las pymes, emprendedores y cuentapropistas, caigan en una situación agónica. En países cuyo sector informal es grande, con estados que carecen de herramientas efectivas para ayudar a los más afectados, simplemente no es posible cerrar toda la vida pública sin causar mucho más daño que el virus. Este es un pedido histórico a la solidaridad y a la apertura. Hacemos un llamado a todos los países a no prohibir las exportaciones, ni tampoco la circulación esencial de bienes y servicios.

Por último, manifestamos enorme preocupación por la utilización de esta crisis sanitaria como mecanismo para la profundización del control social y de la persecución a médicos, periodistas y ciudadanos comprometidos con la verdad, como ocurre en Venezuela, en Cuba o en Nicaragua.

Sin abandonar las tareas que demanda la lucha cívica para por la libertad y la democracia, hoy tenemos el deber y prioridad de trabajar para proteger la vida y la salud de los ciudadanos. En esta que es una crisis de salud pública, RELIAL convoca a enarbolar con fuerza las banderas de la libertad, del estado de derecho y gobiernos limitados, de la economía de mercado y del respeto a los derechos humanos.

En décadas no habíamos tenido un momento tan retador y tan oportuno a la vez para demostrar que la libertad sí funciona y es lo único que puede sacarnos de esta aleccionadora coyuntura. Hoy nos corresponde reafirmar nuestras convicciones e insistir, como nunca, en la importancia de las sociedades libres y de las libertades individuales. Se trata, como siempre, de la libertad.

RELIAL, abril de 2020.