Via: La Gaceta
Hace tres décadas, el ex ministro de Economía de la gestión presidencial de Raúl Ricardo Alfonsín, Juan Carlos Pugliese, popularizó una frase que bien puede caber para explicar lo que sucedió el domingo pasado cuando, en las elecciones generales, el Frente de Todos, con la fórmula Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, se impuso sobre Juntos por el Cambio (Mauricio Macri-Miguel Pichetto): “les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”. Lo recuerda el analista político Sergio Berensztein en la página 72 de su último libro, ¿Somos todos peronistas?, presentado ayer en la Unsta, en el marco de la VII edición de la Jornada “Cultura y Libertad”, organizada por la Fundación Federalismo y Libertad, con el apoyo de la Fundación Friedrich Naumann. Sin embargo, el propio politólogo aclara que, más allá de la metáfora (aplicada a un presidente saliente que recorrió las principales ciudades argentinas tras perder las PASO y en medio de una crisis económica), el resultado electoral del fin de semana pasado respondió a múltiples factores. Lo dijo durante una entrevista concedida a LA GACETA.
-¿El domingo se exteriorizó en las elecciones aquella frase de Pugliese?
-Mas o menos, porque el voto de Cambiemos podemos decir que tuvo un componente simbólico, de valor, de visión del país que quiere una franja de la sociedad. Un 40% de sufragios acumulados en las elecciones no es poco. Algunos dicen que ese es el voto tradicional “gorila” de la Argentina. Es el nivel de votos que tuvo Eduardo César Angeloz en 1989, en proporción. Lo que quiero decir es que la economía por allí te explica cierta tendencia de los votos hacia Alberto Fernández, pero no tanto el nivel de apoyo que recogió Mauricio Macri, sobre todo en la última etapa de la campaña que hemos observado. Estos ocho o nueve puntos de diferencia entre un candidato y otro no es menor. Es un resultado significativo, si restamos el voto a Roberto Lavagna, el voto en blanco y el de otros candidatos más chicos en caudal electoral. Creo que Macri logró entusiasmar -a pesar de la crisis que se puso peor en los últimos tiempos- después de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
-Pero, ¿prevaleció el voto económico?
-El voto económico no te explica todo, sino una parte. Fue para el Frente de Todos. El voto más “valórico”, a pesar de que hubo gente a la que le fue mal, se inclinó por Macri. Nunca la decisión que se toma en una elección se puede explicar con un solo factor. Se explican, generalmente, por tres elementos: el voto económico (en la que se toma en cuenta las razones por las cuales más de la mitad de la gente votó en contra de Macri o del Gobierno); el voto por valores de los dos lados (un rechazo hacia Juntos por el Cambio o al autoritarismo populista, o contra la figura de Cristina Fernández o por el temor a asemejarse a Venezuela) y las personas, que hicieron la diferencia en esta elección. Hay gente que votó más en contra de Cristina que a favor de Macri y viceversa. Porque Macri también tiene un núcleo social que lo rechaza. Y, al mismo tiempo, generó una empatía novedosa con un sector del electorado que no habíamos observado antes y no en los últimos cuatro años, sino desde el inicio de su carrera política en 2002. Nunca vimos a Macri tratando de acercarse tanto al electorado, hasta el contacto personal; era el candidato que saltaba el charco no el que se arrojaba a las masas y disfrutaba con el intercambio o con la empatía hacia la sociedad.
-¿Qué es lo que te dice la foto del lunes pasado? La de Mauricio Macri distendido en un encuentro con su contrincante electoral, y ganador de las elecciones, Alberto Fernández, como dando inicio a una transición tranquila.
-Las fotos son eso: solamente fotos. No te dan una imagen completa de la película y lo que verdaderamente importa son las películas. El símbolo es bueno en el sentido de que plantea de que haya una transición, no sé si ejemplar o perfecta, pero sí coordinada. Y eso es positivo. Ahora, esto es un proceso que recién se inicia. Hace falta tomar decisiones. Por ejemplo, con esto del cepo estricto contra el dólar se observa que es un fenómeno interesante porque nadie se hace cargo de él. Hay que tomar decisiones claves en materia de deuda; qué se hacen con las tarifas, que ya están atrasadas; hay que ver qué sucede con la emisión. Con el último decreto que sacó, Macri autorizó una emisión que puede ser de hasta $ 400.000 millones, con la demanda de dinero cayendo. Me da miedo pensar en eso en un contexto de inflación tan alta. Hay cosas que hay que ir procesando y respondiendo en conjunto.
-¿Cree que la transición arrancó desde el mismo momento en que se conocieron los resultados de las elecciones?
-Me consta que la semana anterior a las elecciones presidenciales habían llamadas en las que dijeron que, pase lo que pase y aunque haya segunda vuelta, va a haber coordinación. Y una persona muy allegada al presidente Macri me miró y me dijo “olvidate: vamos a cooperar, colaborando en todo lo posible para que todo salga bien”. Uno, al escucharlo, se queda tranquilo. De ahí hasta que esto efectivamente ocurra… Buenas intenciones hay; ¿condiciones necesarias? no las suficientes para que todo salga bien. Hay que ver y esperar.
-¿Cómo evalúa la postura de aquellos que dicen que la de Fernández fue una victoria pírrica y de los otros que sostienen que lo de Macri fue una derrota digna?
-La sensación es que Juntos por el Cambio hizo una elección mejor de lo que se esperaba y eso explique la cara de distención de Macri, el lunes pasado, en su encuentro con Fernández. Pero, perdiste. Hice el otro día una metáfora que tal vez puede sonar desubicada, pero en algún sentido la derrota de Macri se parece a la de Boca Juniors contra River Plate. Hiciste un gran esfuerzo; hiciste un gol, pero no te alcanzó para llegar a la final. Dirás jugaste bien, pero vamos nosotros a la final (N. de la R.: Berensztein es fanático de River Plate).
-¿Considera que una gestión es capaz de realizar operaciones como la que denuncia el propio Fernández sobre su salud y atribuida al jefe de Gabinete Marcos Peña?
-Lo que pasa es que cuando vos decís: “quiero ser el jefe de la oposición”, ¿qué estás transmitiendo? Que necesito que al otro le vaya mal, no que le vaya bien. Si Macri dice “yo haré todo lo posible para que la transición sea lo más tranquila para que al próximo presidente le vaya bien y sobre mi futuro, veremos”, ese es un mensaje. ¿Qué tenés que hacer con la persona que se convirtió en tu adversario de vuelta? Pudrir el estofado; generar dudas. Entonces eso rompe la dinámica cooperativa que requiere toda transición. Siempre lo electoral mete la cola en las políticas públicas. No terminaste de perder la elección; no hiciste el duelo, y ya te estás plantando como competidor en la elección de 2021. Puede ser.
-¿Hay plan económico en el nuevo gobierno?
-Hay planes, pero no se si un gran plan. Presentan lo de Vaca Muerta: quieren generarle una protección jurídica para blindar el yacimiento. ¿Es un plan estratégico? Y… no. Porque es sólo para Vaca Muerta. No veo una gran visión que integre todas las partes. Veo buenas ideas y otras que no son tan buenas, pero sí son específicas. A mi si no hay un gran plan me preocupa. Creo que tiene que haber algo coordinado, sobre todo en la primera etapa, en la que hay que bajar la inflación o arreglar la deuda. Tenés que tener prioridades muy pragmáticamente definidas. Ejemplo: negociar con el Tesoro de los Estados Unidos para que te apoye, sino el FMI nunca te va a dar un plan de facilidades extendido.
-¿Observa que Fernández está entre dos aguas, con su intención de gestionar con los 24 gobernadores y con el kirchnerismo del otro lado?
-¿Serán todos los gobernadores? ¿Y (Axel) Kicillof? Tenemos que ver también qué hacen Alicia Kirchner, Jorge Capitanich y Alberto Rodríguez Saá. Entonces ya no son 24 gobernadores. Horacio Rodríguez Larreta puede llegar a estar con el peronismo, pero creo que son menos que 24. Creo que hay tensiones dentro del PJ en una situación que puede derivar o no en una crisis. Yo no conozco ningún gobierno que no tenga tensiones internas. Y si los conozcos, llegan a ser dictaduras o totalitarismos. Si tenés gobierno, hay visiones diferentes, porque expresa no la visión de toda la sociedad, sino la de un segmento de la coalición gobernante con diferentes intereses. La idea de que está todo perfecto cuando se llega al poder no se concreta en ningún lado del mundo. Ahora bien, ¿el conflicto puede llegar a una ruptura? No necesariamente. Y si llega, tal vez; si pasó con Fernando de la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez, ¿no va a llegar con Cristina y Alberto? No debería. ¿Por qué Cristina convoca a Alberto? Ella sola no ganaba la elección y necesitaba la protección del PJ. Si ella se pelea con Alberto, expone su debilidad. Lejos de hacerse un favor a sí misma, se cava su propia fosa. A ella no le conviene. No digo que no tenga ganas. Pero es pelearse con la persona que le garantiza una situación judicial un poquito más lógica para sus intereses. Si ella piensa egoístamente, ganó su partido una elección. Ella no lo quiere al partido, pero lo necesita. Es como la historia de la rana y el escorpión: te pican y no saben porqué lo hacen, pese a que la rana le ayuda a cruzar el río.
Una selfie con el ex “pirata” cordobés
El millonario y el ahora decano.
Fue un encuentro casual en el aeropuerto internacional Teniente Benjamín Matienzo. Uno esperaba abordar un vuelo con destino a Buenos Aires (como escala previa a Santa Fe). El otro acaba de arriba desde el Aeroparque Jorge Newbery. El primero en cuestión era el actual técnico de Atlético Tucumán, Ricardo Zielinski. El otro era el analista político Sergio Berensztein. Éste último, al advertir la presencia del técnico, se le acercó a pedirle que se saquen una selfie. ¿Por qué? “Quería inmortalizar el momento que me topé de frente con el técnico que mandó a mi equipo a la B”, reconoció Berensztein, un fanático de River Plate. Zielinski dirigió a Belgrano, el “pirata cordobés” que el 26 de junio de 2011 condenó al “millonario” a jugar en la segunda división. La gestión de Marcelo Gallardo le cambió el humor al pueblo riverplatense y al politólogo.