Por. Gustavo F. Wallberg

Frente al nuevo Sistema de Control de Precios Online, lanzado por el gobierno nacional, la fundación Federalismo y Libertad, opina que la prudencia no es una excusa para no intentar las soluciones. La política económica exige prudencia, pero eso no hace al gradualismo bueno por sí mismo ni debe llevar a evitar el ataque a las causas de los problemas.

El caso de la inflación – en Argentina- es paradigmático. Se sabe que la causa es el exceso de emisión de dinero sobre la capacidad de respuesta de la oferta de bienes. Por lo tanto, cualquier solución de fondo debe tender a reducir esa diferencia.

Lo que no significa que la emisión genera de una sola vez y de inmediato el alza de precios ni que sea posible un freno instantáneo con solo dejar de emitir. Normalmente hay un rezago en los efectos. Esto es lo que explica parte de la situación actual. Fue notorio en 2015 el aumento en el ritmo de emisión de dinero debido a las urgencias electorales. El año comenzó con un aumento anual de la base monetaria del 23 por ciento, como había pasado en 2014, y cerró con un alza del 40 por ciento cuando el período anterior había sido del 22 por ciento. Es decir, durante 2015 estuvo subiendo el ritmo de emisión a medida que se acercaban y producían las elecciones. En el impulso monetario de mediados a fines de 2015 está la causa de la inflación de hoy.

Y el gobierno pasado actuó así para atender el creciente y deficitario gasto público. Es allí donde debe poner su mira el Poder Ejecutivo Nacional. Pero lo hecho hasta ahora hace temer que se tome el gradualismo como un fin en sí mismo. En enero se redujo el ritmo de crecimiento de la base monetaria, pero aun así luce exagerado (33 por ciento anual), y si bien hubo bajas en el gasto público también hubo medidas que reducen los ingresos fiscales, por lo que la baja en el déficit es mínima.

En la Argentina el gradualismo siempre sirvió para reforzar la posición de los lobbies del Statu Quo

Además, acciones como la vigilancia de precios no van al fondo del problema. Elegir dónde o qué comprar puede influir en casos puntuales haciendo bajar el precio de un producto o en un punto de venta por la reducción en la demanda.

Pero si sólo se cambió la dirección del gasto, entonces aumenta la demanda por otros bienes o en otros puntos y con ello la presión al alza de los precios en el nuevo destino. Hay claramente una confusión de causas, como cuando se acusa a la concentración económica. Ésta no produce inflación; sí precios más altos que en competencia, pero la suba sostenida requiere de emisión sostenida. Y los problemas en la estructura de comercialización se atacan con más competencia. Para eso están las leyes de defensa de la competencia, de defensa del consumidor, y la apertura de la economía. Por otra parte, debe recordarse que al menos en Argentina el gradualismo siempre sirvió para reforzar la posición de los lobbies del statu quo.

Es responsabilidad del gobierno buscar las condiciones para la mejor coordinación posible en la reasignación de recursos para reducir el costo social de las medidas. Pero la prudencia requerida por las fricciones en el funcionamiento de los mercados y las restricciones de la correlación de fuerzas políticas no debe hacer olvidar que así como reducir el gasto público y la emisión tiene costos, también los tiene la inflación.

 

* Director de Políticas Publicas de la fundación Federalismo y Libertad