Por Clemente Babot, coordinador de Políticas Publicas de FyL.

La restricción presupuestaria es un concepto fundamental para el análisis económico de cualquier situación. Se asemeja al problema de la sabana corta, cuanto nos tapamos la cabeza nos destapamos los pies. Esto implica tomar decisiones de donde aplicar los recursos disponibles.

En el caso de las empresas deben decidir continuamente donde aplicar sus recursos financieros. Para obtener sus ingresos las empresas ofrecen a sus clientes productos o servicios que facturan y posteriormente cobran. Luego utilizan estos montos para cubrir los pagos necesarios priorizando según los compromisos asumidos y los plazos acordados.

La realidad es mas dinámica, con constantes pagos y cobros que entran y salen de la caja de las empresas. Existen momentos de mayor stress financiero y otros de excedentes transitorios. La planificación resulta clave.

Pero llego el COVID-19. Un hecho disruptivo, un cisne negro, algo totalmente inesperado que altero drásticamente los planes elaborados por los mas previsores.

Solo las actividades consideradas esenciales pueden operar y por lo tanto facturan. Son salud, seguridad, producción y comercialización de alimentos mas las actividades que se incorporan a cuentagotas en cada renovación de cuarentena. Las empresas que pueden están recurriendo a las ventas on line para lograr sobrevivir.

En este contexto las empresas sin ingresos deben asumir sus obligaciones para lo cual deberán decidir a quien cumplen. En el caso que pretendan conservar a sus trabajadores pagaran los sueldos. Conservar a los colaboradores permitirá mantener la cultura organizacional y será la mejor forma de empezar cuando la cuarentena termine. Luego trataran de cumplir con sus proveedores. Los críticos serán los primeros. Aquellos con quienes mantengan relaciones comerciales estratégicas. Negociaran formas de pago, plazos y demás.

Los impuestos serán los últimos en la lista. Es una cuestión de restricción presupuestaria, de sabana corta. Las empresas y trabajadores no pueden cumplir con el fisco. Es imposible e inevitable.

Los organismos de recaudación deben tener en cuenta esta situación y evitar perseguir a los contribuyentes tanto durante la cuarentena como cuando termine.

Las condonaciones de las deudas cuarentenarias, las reducciones de alícuotas, la eliminación de retenciones y percepciones son ahora una necesidad imperiosa para las empresas. Los cambios en el código tributario provincial sobre el tema retenciones y percepciones parecen un tema abstracto en la actualidad. Los costos financieros y administrativos generados van en la dirección contraria a la que dicta la prudencia.

El estado debe cuidar a sus contribuyentes, generar formas sencillas y eficientes de tributación, permitiendo el desarrollo y crecimiento de la actividad económica. De otra manera solo provocará la quiebra de empresas y hará desaparecer a una parte importante de quienes aportan para sostener al gobierno.