Bernardo Congote, Miembro del Consejo Internacional de la FYL

La polarización se ha probado exitosa. 144 millones de electores en Estados Unidos, sin disparar una sola bala, han elegido presidente a Joe Biden.

74 millones a favor vs 70 millones en contra, han resultado prueba fehaciente de lo que significa la polarización como espejo central de lo genuinamente democrático.

Incluso si no hubieran sido cuatro los millones de diferencia, la mitad más uno de los votos (del Colegio Electoral) habría servido para resolver la Presidencia.

Esta hipotética situación habría sido plena expresión del límite máximo de la polarización política.

La polarización se sigue confirmando como un fenómeno que simboliza trabajo y esfuerzo. No es el camino fácil. La despolarización fascista se confirma como el símbolo de la pereza. Es fácil «mandar matar».

Krugman analiza que la “volteada” de Georgia a favor de los Demócratas, proviene del intenso trabajo de Stacy Abrams, una líder que se empeñó en mostrarles a los electores que la democracia era una bandera libertaria por excelencia[i].

Trump, al contrario, es el ejemplo despolarizante por excelencia[ii]. Renuente a reconocer su derrota, con el “Me robaron las elecciones porque perdí” montado en un caballito pony pretende armar una incursión guerrillera post electoral[iii].

Trump es el más digno representante de la pereza y la desidia políticas. Es el epítome de la despolarización. Del unanimismo. Del decadente “El Estado soy Yo”. Del Estado de Opinión donde sólo opina el dictador.

No resulta gratuito que buena parte de sus 70 millones de electores, se concentre en los Estados centrales cuyas poblaciones hace tiempo dejaron de estudiar y capacitarse para afrontar los retos de la modernidad tecnológica. [iv]

Al respecto se habla en Estados Unidos “… de la “polarización del trabajo” en que… la fuerza de trabajo se bifurca en dos grupos: arquitectos y administradores altamente calificados y pagados, por una parte, y aseadores y servidores de comidas rápidas bajamente calificados y pagados, por la otra”. [v]

En paralelo, la población ubicada sobre las grandes metrópolis de ambas costas, altamente educada y apta para afrontar los retos presentes, esto es, apta para estudiar y trabajar a escalas de alta calificación y competencia global, explicaría el grueso de los votantes ganadores.

¿Se activan polos opuestos? Sí. ¿Expresan intereses diferentes? Sí. ¿Demografías diferentes? Sí.

¿Cuál sería entonces el reto demócrata, de aquí en adelante? ¿Acaso, el fascista de “mandar fumigar” a los Estados centrales?

O mejor, trabajar porque ese polo conservadurista rompa sus atavismos y se comprometa con un presente que exige de todos estudio y trabajo.

No en vano un artículo de Friedman se llamó hace poco: “China se mejoró. Estados Unidos se agravó. ¡Gracias Trump!”.[vi]

Congótica. ¡Viva la Polarización! ¡Viva la Vida! ¡Viva el Trabajo! ¡Viva la Educación!


*Reproducción del Blog El Espectador. https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/estados-unidos-triunfo-la-polarizacion

[i] https://www.nytimes.com/2020/11/09/opinion/trump-biden-georgia.html

9 noviembre 2020

[ii] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/despolarizar-eliminar-fracturar-matar

5 noviembre 2020

[iii] https://www.nytimes.com/2020/11/06/opinion/sunday/trump-biden-election.html

6 noviembre 2020

[iv] Krugman, Cit. La “densidad y los diplomas” habrían derrotado a Trump.

[v] “Automation and anxiety”, en The return of the machinery question, The Economist/Special Issue, June 25th 2016, págs. 7-10. (Estos últimos constituirían el perfil laboral de la población de los Estados centrales en EU).

[vi] https://www.nytimes.com/2020/10/13/opinion/trump-china-coronavirus.html

13 octubre 2020